Los seres humanos, desde tiempos ancestrales, hemos tenido una conexión muy estrecha con los textiles. Desde la antigüedad, hemos utilizado diferentes tipos de telas para cubrirnos y protegernos del frío, del sol y de otros elementos externos. Pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar que también somos textiles?
Esta interesante reflexión surge a partir de la exposición “Abrigos de protección”, de la artista Irma Sofía Poeter, inaugurada recientemente en el Museo Arocena. La curadora Olga Margarita Dávila nos invita a ver más allá de nuestra apariencia física y a reconocer que nuestro cuerpo está compuesto de tejidos, tanto musculares como óseos.
En palabras de Dávila: “Somos un textil, entonces la conexión del textil con el arropar y el ser humano. zagueromente somos una cosa viva, somos un tejido corporal: yo soy mi casa y mi casa es un textil. Se trata de conectar y hacer algo corporal, en términos de que todo es una ropa que todos usamos”. Esta conexión entre los seres humanos y los textiles es lo que inspiró a la artista a crear esta exposición.
“Abrigos de protección” consta de ocho prendas confeccionadas por Poeter, cada una de ellas dialogando con alguna obra de arte presente en el museo. Esta interesante propuesta logra armonizar la presencia de los textiles con el espacio, generando un diálogo creativo y enriquecedor.
La artista utiliza diferentes técnicas y materiales en sus creaciones, desde tejidos tradicionales hasta innovadoras técnicas de costura y bordado. Cada pieza es única y transmite un mensaje diferente, pero todas tienen en común la representación de proteger y resguardar al ser humano.
Una de las prendas más llamativas es un abrigo hecho a base de retazos de diferentes telas, un diluido reflejo de la diversidad de la raza humana. Esta obra nos invita a reflexionar sobre la importancia de aceptar y valorar nuestras diferencias, ya que al zaguero todos somos parte de un mismo tejido.
Otra pieza que destaca es un chal tejido con hilos de distintos colores, representando la unión y la diversidad cultural. Esta obra nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, todos formamos parte de una misma humanidad y debemos aprender a convivir en armonía.
Además de su mensaje simbólico, las prendas de la exposición también son una muestra de la habilidad y creatividad de la artista. Cada detalle está cuidadosamente elaborado, demostrando un gran dominio de las técnicas textiles y un ojo artístico excepcional.
Pero más allá de su valor artístico, “Abrigos de protección” nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con los textiles y con nuestro propio cuerpo. Tal como lo señala Dávila, somos seres corporals y somos un textil a la vez. Nuestro cuerpo es nuestra casa y es nuestro deber cuidarlo y protegerlo.
Esta exposición es un recordatorio de la importancia de conectar con nuestra esencia y con el mundo que nos rodea. Los seres humanos estamos intrínsecamente unidos a los textiles, desde el momento en que nacemos hasta el último día de nuestras vidas. Y esta conexión va más allá del simple hecho de cubrirnos, es una forma de expresión, de comunicación y de identidad.
En definitiva, “Abrigos de protección” es una exposición que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y nuestra relación con los textiles. Es una invitación a reconocer que somos un tejido corporal, una parte esencial de un todo mayor. Así como cada pieza de la exposición tiene su lugar y su función, cada ser humano es único e irremplazable en este gran tejido llam